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La caries dental es una enfermedad contagiosa


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La caries dental es una enfermedad contagiosa que puede evitarse, indicó el doctor Francisco Ramos-Gómez, profesor de odontología infantil de la Universidad de California en San Francisco, al dirigirse a un grupo de profesionales de la salud y pedir su apoyo en la detección de problemas dentales en niños pequeños.

"La enfermedad infecciosa más común de la niñez es el deterioro dental por las caries", subrayó este experto, invitado por la doctora Martha López, asesora de nutrición y asuntos de la familia y del consumidor del programa de Extensión Cooperativa de la Universidad de California.

El doctor Ramos-Gómez explicó que la carie dental se puede prevenir, ya que es causada principalmente por una bacteria, el estreptococos mutans. El contagio ocurre de igual manera que en el caso de un catarro, resfrío o la gripe: al besar los padres a los hijos, compartir utensilios o realizar juntos cualquier actividad que permita la transmisión de alguna partícula diminuta de saliva de una boca a otra.

Ramos-Gómez detalló el proceso del contagio, el desarrollo de la carie, la necesidad de tratamiento y las maneras de impedirla, evitando así el sufrimiento innecesario de millones de niños, la mayoría de poblaciones minoritarias.

"Necesitamos el apoyo de los proveedores de cuidados de salud para controlar lo que se ha convertido en una verdadera epidemia, particularmente entre los grupos minoritarios", enfatizó López. "Con frecuencia, son los doctores, trabajadores sociales, enfermeras de Head Start y otras personas quienes tienen más contacto con los niños; si están enterados de la causa de las caries y revisan los dientes de los niños, pueden prevenir que empeore este problema".

Se ha visto que el problema de las caries está vinculado al trasfondo étnico y a la condición socioeconómica de las familias; un 48% de niños hispanos se ven afectados por este problema dental, mientras que para los afroamericanos y asiáticoamericanos esta cifra es de 35 a 40%, y entre los nativoamericanos es el 68%.

Estudios relacionados indican que muchas madres jóvenes, con un bajo nivel educativo, no han tenido una consulta dental de cinco a siete años antes de dar a luz. Portan en la boca enormes cantidades de esta bacteria que pueden empezar a afectar la boca del bebé, aun antes de que le salgan los dientes de leche.

El reporte de Acceso y uso de cuidados de la salud entre niños y jóvenes en Estados Unidos, publicado recientemente, indica que durante 1996, menos del 50% de todos los niños fueron vistos por un dentista. Y alrededor de uno de cada tres niños hispanos no recibió atención dental durante el mismo período.

"Los niños sufren dolor y en ocasiones fiebre al comenzar a aparecer las caries. Sin tratamiento adecuado, el dolor puede volverse crónico y afectar el habla, sus hábitos alimenticios, el rendimiento escolar y el aprendizaje. Con el tiempo, las infecciones bucales pueden extenderse a los ojos, garganta y cerebro", explicó Ramos-Gómez.

Una alimentación inadecuada, higiene bucal deficiente y la falta de fluoruro fomentan las condiciones ideales para que esta bacteria produzca ácidos que desmineralizan el esmalte dental y causen la carie dental. En los bebés y niños, la peor práctica alimenticia es el consumo frecuente de alimentos ricos en azúcar, ya sea en forma de líquidos o alimentos entre comidas, dulces de menta u otras golosinas.

El especialista en avances de odontología pediátrica recalcó que la primera revisión dental de los niños debe hacerse antes de que cumplan el primer año. El dentista puede así identificar señas de un grave deterioro, asesorar a los padres y aplicar el tratamiento necesario.

El dentista, al dar asesoría a los padres, puede enfatizar lo importante que es que dejen de dar a sus hijos bebidas dulces en botella al irse a dormir, incluso leche con sabor a chocolate, melaza y bebidas gaseosas o sodas. Estas bebidas pueden calmar al bebé o niño inquieto, pero el líquido permanece alrededor de los dientes, creando un ambiente donde se multiplican las bacterias con rapidez y deterioran el esmalte dental.

Ramos-Gómez enfatiza que los niños deben comer una alimentación saludable. Si consumen bocadillos, la frecuencia debe ser poca y únicamente de alimentos salados o verduras frescas.

Algunos padres consideran innecesario el tratamiento de los dientes primarios o de leche. Sin embargo, es esencial mantenerlos sanos para que guíen a los dientes permanentes al lugar adecuado. Deteriorados, los dientes primarios pueden dejar tras de sí dientes permanentes torcidos, lo que puede provocar vergüenza en los niños. El tratamiento de ortodoncia para enderezarlos es muy costoso y lejos del alcance de muchas familias, particularmente si no gozan de un seguro médico dental.

Ramos-Gómez propuso una serie de estrategias para postergar la introducción de la bacteria causante de caries en la boca de los niños y reducir las probabilidades de que sufran caries severas durante la infancia o primeros años de la niñez. Recomendó a las parejas en espera del nacimiento de un bebé que traten de reducir al mínimo la cantidad de bacterias en la boca por medio de visitas al dentista, lavándose los dientes y usando seda o hilo dental con regularidad. Señaló que hay un enjuague bucal antibacterial a la venta bajo receta médica que, según indican las investigaciones, en combinación con la buena higiene bucal logra reducir los niveles de bacterias en la boca de los padres y evitar así que las transmitan al bebé cuando nazca.

Exponer los dientes al fluoruro es otra manera de promover la salud dental. Muchas municipalidades agregan fluoruro al agua que surten; sin embargo, las familias en pueblos pequeños o zonas rurales deben llevar una muestra de agua al Departamento de Salud para que sea analizada. Si no contiene fluoruro, es posible que sea necesario el consumo de suplementos de fluoruro o tratamiento con el mismo a las superficies de los dientes.

El especialista señala que la epidemia de las caries infantiles y problemas resultantes se puede reducir también con un cambio en la política de cobertura de servicios dentales por parte de las compañías de seguros. Más de un estudio demuestra que el costo de tres visitas al dentista para un niño pequeño y tratamiento con barniz de fluoruro varía de 65 a 72 dólares. En cambio, la rehabilitación total de la boca, tratamiento típico en casos de deterioro dental grave, se tiene que hacer bajo anestesia general a un costo de cuatro mil a seis mil dólares.

"Debemos cambiar de una modalidad correctiva a una preventiva", dijo Ramos-Gómez a sus colegas. "Para lograrlo, les pido su ayuda. Todavía nos falta mucho trecho por recorrer, pero unidos podemos tener un impacto positivo en nuestros niños".



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